En la Argentina no todo está tan mal como parece

En la Argentina no todo está tan mal como parece Si uno se guiara por la mayoría de las noticias, todo indicaría que los ciudadanos de la Argentina vivimos en una sociedad sumida en la violencia, el caos y la anarquía.
Últimamente, los medios de comunicación nos abruman con realidades hasta ahora desconocidas en nuestra historia y que parecen ser apocalípticas, como los ajustes de cuentas entre bandas mafiosas producto del incremento del tránsito, fabricación y consumo de todo tipo de drogas, y la paranoia general se potencia cuando decenas de “especialistas” surgidos vaya saber de dónde aparecen por televisión, radios, diarios y revistas, vaticinando que en muy poco tiempo los carteles de narcotraficantes vernáculos serán tan poderosos como los de Centroamérica, Colombia o México.

El panorama se ve aun más negro si a todo esto le agregamos los asesinatos, asaltos, violaciones y accidentes de tránsito de todos los días. Según estas noticias aterradoras, el país se dirige directamente hacia el infierno de Dante. ¿Pero cuáles son los verdaderos peligros? ¿Está todo tan mal como aparece en los medios?
La inseguridad es, objetivamente, la principal preocupación cotidiana y eso se percibe diariamente, en cada momento y lugar. El temor a los asaltos y homicidios está tan generalizado que se comprueba fácilmente. Basta caminar por cualquier vereda para notarlo, especialmente cuando alguien que sale o entra a un domicilio, sube o baja de un auto, se cruza con un peatón. Es en esos momentos cuando las personas se paralizan observando detenidamente al caminante de pies a cabeza, casi siempre con ojos temerosos. Muchas veces al borde del pánico. Un dato de la realidad indica que son muy pocos los que ingresan tranquilamente a sus hogares y mucho menos de noche. Y razón no les falta.
Las estadísticas policiales confirman que ese miedo generalizado tiene un sólido fundamento, porque la mayoría de los asaltos y asesinatos se llevan a cabo cuando las personas entran o salen de sus hogares, ya sea a pie o en sus autos.
El Psicólogo Mario Casale afirma en un artículo que “Para los optimistas, poco importan las condiciones externas. De hecho, esta característica debe ser buscada en el interior de las personas, y no en su exterior. Si el contexto en el que se manejan les resultara favorable en un 100 %, no serían optimistas, sino realistas. Pero la gente que goza de este privilegio, se destaca justamente por ver la luz… en la oscuridad”.
Según la opinión de este profesional, si viviéramos en un país ideal y perfecto y nos diéramos cuenta de ello, no seríamos optimistas sino realistas, porque todo andaría realmente sobre ruedas. Pero esa no es la situación argentina.
Si nos tomáramos el trabajo de analizar la realidad argentina con una buena dosis de optimismo, descubriríamos que no estamos ni en el cielo… ni en el infierno.
Las últimas estadísticas más o menos confiables sobre los homicidios cometidos en el país corresponden al año 2006. La Dirección Nacional de Política Criminal de la Nación, organismo dependiente del Ministerio de Justicia, sobre la base de los datos aportados por las policías provinciales, informó que ese año hubo 2052 homicidios dolosos.
De acuerdo a estas estadísticas la tasa de homicidios fue en 2006 de 5,27 cada 100.000 habitantes, por debajo de la de los Estados Unidos (5,7 cada 100.000 habitantes, con 17.034 asesinatos, según datos del FBI de aquel año), y bastante menos que las de Colombia (84,6), El Salvador (43,4), Brasil (31), Guatemala (23,1) o Nicaragua (21,3). En cambio, fue mucho mayor que las de los países europeos, medida en 2004, como la de Dinamarca (0,79), España (1,2, según datos de 2001), Inglaterra y Gales (1,62) Francia (1,64), Polonia (1,64), Holanda (1,65, en 2001) o Suiza (2,94).
Al 22 de agosto de este año, el Contador Nacional de Muertos en Accidentes de Tránsito señalaba que hasta esa fecha se produjeron 1608 muertos en accidentes de tránsito, una cifra que, comparativamente, superará seguramente a la de homicidios. De hecho, y de acuerdo a las cifras de la Dirección Nacional de Política Criminal de la Nación, en todo el año 2006 en la Capital Federal murieron 116 personas a causa de homicidios, mientras que las víctimas fatales por accidentes de tránsito en la ciudad fueron 238, según las estadísticas de la ONG “Luchemos por la Vida”. Más del doble.
Convendría entonces que los argentinos, además de lamentarnos únicamente por la inseguridad, también nos preocupáramos por los accidentes de tránsito, que al fin de cuentas son los que provocan más muertes.
Por algo será que las guías de turismo de los países desarrollados informan a los que visitan el país que “Es más probable que alguien muera en la ciudad de Buenos Aires atropellado por un vehículo que asesinado”. ©

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