Mientras Godzilla, Mothra, y otros tantos monstruos producto del algún desastre nuclear o de la diabólica manipulación genética se hacían cada vez más grandes desde las pantallas de cine o la imaginación de los novelistas de ciencia ficción de la época, un científico llamado Harold von Braunhut empezó a comercializar en los Estados Unidos unos “pecesitos” a los que después llamó Sea Monkeys.
A partir de mediados de la década del '50 comenzaron a transitar por las calles de las principales ciudades argentinas unas motonetas tipo “scooters” de fabricación nacional y licencia italiana.