El foquismo del Che Guevara como inspiración para el desarrollo neocapitalista del tercer mundo

Estamos viviendo una crisis económica planetaria de dimensiones bíblicas. Según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), durante el año en curso 50 millones de personas perderán sus trabajos en todo el mundo. Sumados a los que ya se encontraban en esa situación, la suma total alcanzaría la escalofriante cifra de 230 millones de desocupados en el planeta. Cabe destacar que como las cifras de desempleo están minimizadas por los políticos de cada país, es más que probable que el nivel de desempleo sea muchísimo mayor. Al menos el doble o triple.
Recién empezado el 2009 las predicciones de la OIT suenan algo optimistas. Porque sólo en China se estima que habrá 25 millones de desocupados, en España ya hay 3 millones, en los Estados Unidos 10.3 millones y la ola de despidos no cede en ninguna parte. Zimbabwe, con el 94% de su población sin trabajo, sigue encabezando la lista de países con mayor desocupación.
Como consecuencia de esta catástrofe económica ya se empezaron a observar manifestaciones xenófobas que tienen como chivos expiatorios a los inmigrantes. En la Unión Europea varios países ya acordaron la expulsión de unos 8 millones de inmigrantes provenientes de países subdesarrollados. Pero el problema no termina ahí. Incluso dentro de las cerradas fronteras de la UE se está enrareciendo el panorama, porque en algunos lugares, debido a la desesperación, se está exigiendo la expulsión de todos los trabajadores extranjeros… de cualquier lugar que provengan. Una prueba de ello se vio hace pocas semanas en el Reino Unido donde manifestantes llevaron a cabo protestas masivas exhibiendo pancartas en las que se podía leer: "Los empleos británicos para los trabajadores británicos". Lo novedoso fue que esas consignas estaban dirigidas a trabajadores italianos y portugueses, ciudadanos de países miembros de la misma UE. ¿El motivo? Puramente económico. Porque los trabajadores de la construcción británicos cobran un promedio de 2.160 libras mensuales, mientras que los italianos se conforman con 1.386 libras y los portugueses con mucho menos: 614 libras mensuales.
Los economistas modernos se encuentran tan desconcertados para entender la crisis que recorre el mundo que están recurriendo a cualquier recurso. Y por eso se dedican a releer a muchos autores clásicos y de cualquier ideología. Primero fue el turno de John Keynes, padre de la macroeconomía moderna, pero como la hecatombe económica se profundiza ahora consultan los textos de Karl Marx, el padre del socialismo, algo que hasta hace pocos meses hubiera sido considerado una verdadera herejía. Los libros se Marx se agotaron en Alemania y en muchos otros países. Dicen que la necesidad tiene cara de hereje. Por eso hasta el ministro de Finanzas alemán, Peer Steinbruck, afirmó sin ruborizarse que las respuestas de Marx a los problemas actuales "podrían no ser irrelevantes". Incluso el presidente Francés, Nicolás Sarkozy, se dejó fotografiar leyendo El Capital.
La situación mundial, parafraseando al ex presidente argentino Carlos Menem, sería algo así como que: estamos mal… pero vamos peor. Si los principales economistas del mundo, neoliberales y capitalistas, están tan confundidos, desorientados y desconcertados que se animan a leer las obras del padre del socialismo, ¿no será este el momento de derrumbar viejos prejuicios y con el fin de revivir el sistema capitalista utilicemos las ideas de otros autores y/o revolucionarios marxistas? Veamos.
Por un lado la crisis económica es de tal magnitud que está produciendo millones de nuevos desocupados, tanto en países del primer mundo como en los emergentes (anteriormente conocidos como tercermundistas o subdesarrollados). El desempleo provoca irritación y alteraciones sociales masivas que derivan en un aumento exponencial de la xenofobia y el racismo. Se percibe a los inmigrantes como aquellos que vinieron a sacarnos los empleos.
Como consecuencia de esta creencia, los políticos de los países desarrollados están planificando enormes expulsiones de inmigrantes a fin de aplacar el ánimo de sus ciudadanos. Por lo tanto, son millones las personas que deberán volver forzadamente a sus países de origen, que, por lo general, continúan siendo tan subdesarrollados como cuando partieron.
La esperanza reside en que esos emigrados vivieron en el primer mundo y apreciaron sus beneficios y por eso conocen la gran diferencia que existe entre vivir en un país desarrollado de verdad y un tercermundista que proclama serlo.
Sin dudas, es el momento adecuado de aplicar la doctrina foquista de Ernesto “Che” Guevara para impulsar el desarrollo neocapitalista de los países tercermundistas.
En su texto "La guerra de guerrillas", El “Che” Guevara expresó que sólo era necesario un pequeño “foco” que iniciara acciones guerrilleras para lograr rápidamente que la revolución se expandiera. De esta forma se lograría el derrocamiento del régimen político vigente. Lo más importante para destacar es que El "Che" consideraba que esta táctica era la ideal para los países atrasados.
Si bien se sabe que El “Che” intentó poner en práctica su doctrina en dos países sin éxito (el Congo y Bolivia), su problema fue que intentó imponer un régimen socialista, un modelo de gobierno que fracasó en todo el mundo y que sólo subsiste en Cuba y Corea del Norte. ¿Pero qué pasaría si utilizáramos los fundamentos del foquismo para instaurar un neocapitalismo, más moderno y humano, en países subdesarrollados? Sin dudas sería un golazo.
¿Cómo se podría poner en práctica el foquismo en la Argentina?:
Todos los emigrados que volvieran del primer mundo tendrían que formar un “foco” de desarrollo neocapitalista y en una sola provincia. La ideal sería Santa Cruz. ¿Motivos? Es rica, recibe millonarios subsidios, tiene petróleo, carbón, gas, glaciares, pesca, salida al mar…y como si eso fuera poco, El Calafate. Y otra condición objetiva de la realidad, como diría El “Che”, una sola frontera, el paralelo 46º S, que la separa del resto del país. Esto es sumamente importante dado que, en caso de intento de intervención, sería mucho más fácil defenderla.
La Justicia Federal de Santa Cruz habilitó un padrón de 160.645 mil electores en las elecciones del 2007. Por eso bastaría que volvieran al país sólo 200.000 personas mayores de edad para elegir democráticamente y sin clientelismo, a un gobernador que vivió en el primer mundo.
Este, con un equipo de ministros capacitados, podría empezar a gobernar para desarrollar la provincia con estándares de calidad habituales en los países desarrollados. Con bajos niveles de corrupción, censura a la prensa, sin clientelismo…
Gracias a la doctrina foquista de El “Che” Guevara es más que probable que al poco tiempo otras provincias fueran contagiadas con el desarrollo neocapitalista de Santa Cruz. De esta forma se lograría un desarrollo homogéneo en todo el país. Si esto pudiera convertirse en realidad sin dudas todos los argentinos podrían gritar la consigna que actualmente sólo utilizan viejos guevaristas utópicos: ¡Hasta la victoria siempre! ©